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Mente fragmentada.

“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.”
Jorge Luis Borges

El paradigma de la identidad y de las barreras imaginarias  vuelven al hombre un ente individual,  que encierra un universo vasto, provisto de innumerables laberintos y espirales, acumulando memorias y experiencias que modifican a su vez ese humano contenedor, cargándolo también de enfermedad y malestar, y es ahí donde se centra esta investigación, en el estudio del ser desde sus patologías y desconfiguraciones psicológicas, siendo una experiencia auntoindagatoria y subjetiva, se pretende generar simbólicamente una reconfiguración de las rupturas generadas en la identidad y estructuración del “yo”.

“La pieza de carne no es una carne muerta, ha conservado todos los sufrimientos y cargado con todos los colores de la carne viva. Tanto dolor convulsivo y tanta vulnerabilidad, pero también invención encantadora, color y acrobacia.”
Gille Deleuze

La esquizofrenia y la multiplicidad de cortes que produce en la psiquis de una persona, implican una imposibilidad a la hora de determinar la unidad de la misma dentro de un sistema social preestablecido culturalmente, en el cual el sujeto debe actuar, comportarse y sobre todo, ser constante. Esto inmediatamente genera un malestar en la persona, una incertidumbre.

El malestar que genera el conflicto interno invita a reflexionar sobre los devenires y trasegares de la mente, más cuando de forma inmediata interviene en las funciones cotidianas y en la estabilidad emocional. La mente es un espacio muy personal, donde confluye todo lo que se percibe, se siente y se piensa, por lo tanto la percepción de “yo” se encuentra en la mente, ¿Pero entonces qué es la percepción de identidad?

El principio de identidad es un principio clásico de la lógica y la filosofía, según el cual toda entidad es idéntica a sí misma.


Por lo tanto mi identidad es mi imagen.

“…A mí la volición me parece ante todo algo complicado, algo que sólo como palabra forma una unidad, - y justo en la unidad verbal se esconde el prejuicio popular que se ha adueñado de la siempre exigua cautela de los filósofos. Seamos, pues, más cautos, seamos “afilosóficos” -, digamos: en toda volición hay, en primer término, una pluralidad de sentimientos, a saber, el sentimiento del estado de que nos alejamos, el sentimiento del estado a que tendemos, el sentimiento de esos mismos “alejarse” y “tender”, y, además, un sentimiento muscular concomitante que, por una especie de hábito, entra en juego tan pronto como “realizamos una volición”, aunque no pongamos en movimiento “brazos y piernas”. Y así como hemos de admitir que el sentir, y desde luego un sentir múltiple, es un ingrediente de la voluntad, así debemos admitir también, en segundo término, el pensar: en todo acto de voluntad hay un pensamiento que manda; - ¡y no se crea que es posible separar ese pensamiento de la “volición”, como si entonces ya sólo quedase voluntad! En tercer término, la voluntad no es sólo un complejo de sentir y pensar, sino sobre todo, además, un afecto: y, desde luego, el mencionado afecto del mando…”

Friederich Nietzsche (Más allá del bien y el mal Aforismo 19)

Se denota que la idea de identidad, o de “Yo” se compone de varias cosas, por lo tanto, es compleja. “La palabra "complejidad" es de origen latino, proviene de "complectere", cuya raíz "plectere" significa trenzar, enlazar. Equivale a la cualidad que poseen determinados objetos, fenómenos y procesos que por su propia naturaleza, presuponen limitaciones inherentes a toda tentativa de comprensión.

“…No hay un modelo único de este concepto, pero sí constantes que hablan de una corporalidad acrecentada en tamaño y expresión, poderosa en gestualidad, precisa en sus evoluciones, sorprendente, dueña de una energía extraordinaria que, incluso en la quietud, proyecta su efecto seductor en quien la percibe, aunque el testigo se encuentre a muchos metros del origen de esta irradiación/…El paradigma del cuerpo bello y saludable resulta propio de la publicidad, pero no del arte. Los cuerpos artísticos suelen ser organismos cuestionados, en peligro. La creación no es una fábrica de superhéroes; por el contrario, los cuerpos dilatados están inmersos en todo tipo de dificultades y en incontables ocasiones naufragan en un abismo existencial. Se trata de corporalidades insanas…”

Cuerpos sin retoque “Gustavo Emilio Rosales”

El cuerpo trasciende los senderos de sí mismo y supera en gran parte los cánones estéticos preestablecidos alejándose incluso de los arquetipos de belleza y fealdad, alcanzando un nivel metafísico de existencia paradigmática, transgredido a su vez por sus propias divisiones, por esa mezcolanza exacerbada de egos, pensamientos y sentimientos, fluctuando entre bienestar y malestar, orden y caos.

”…El sinsentido ya no da el sentido: se lo ha comido todo. Al principio, creíamos permanecer en el mismo elemento a en un elemento vecino. Nos damos cuenta de que hemos cambiado de elemento, que hemos entrado en una tempestad. Creíamos estar todavía entre niñas y niños, pero estamos ya en una locura irreversible. Creíamos estar en el extremo de las investigaciones literarias, en la más alta invención de lenguajes y palabras; pero estamos ya en los debates de una vida convulsiva; en la noche de una creación patológica que concierne a los cuerpos. Por ello el observador debe ser cuidadoso: es poco soportable, so pretexto de las palabras-valija, ver mezclarse las tonadillas infantiles, las experimentaciones poéticas y las experiencias de la locura. Un gran poeta puede escribir en una relación directa con el niño que fue y los niños que ama; un loco puede arrastrar con él la obra poética más inmensa, en una relación directa con el poeta que fue y que no ha dejado de ser. Esto no justifica en absoluto la grotesca trinidad del niño, el poeta, y el loco. Con toda la fuerza de la admiración, de la veneración, hemos de estar atentos a los deslizamientos que revelan una diferencia profunda bajo semejanzas groseras…”

La sensación de identidad es infinita y trasciende con el tiempo, se generan divisiones temporales que hablan de estados del espíritu, niñez, juventud, etc. Pero estas perduran a lo largo de nuestro existir, no se difuminan unas con otras y mantienen marcadas delimitaciones, a veces algunas afloran y toman decisiones a presente, volviéndose innegablemente atemporales.

“…Examinemos otro texto cuya belleza, cuya densidad son clínicas. El que se llama a sí mismo el enfermo o el esquizofrénico «estudiante de lenguas» experimenta la existencia y la disyunción de las dos series de la oralidad: es la dualidad cosas-palabras, consumiciones-expresiones, objetos consumibles-proposiciones expresables. Esta dualidad entre comer y hablar puede expresarse de un modo más violento: pagar-hablar, cagar-hablar/… ¿Por qué la extraordinaria familiaridad es también una radical y definitiva extrañeza? Basta preguntarse una vez más cómo y en qué lugar se organizan las series de Carroll: las dos series se articulan en la superficie. En esta superficie, una línea es como la frontera de las dos series, proposiciones y cosas, o dimensiones de la proposición. A lo largo de esta línea se elabora el sentido, a la vez como expresado de la proposición y como atributo de las cosas, «expresable» de las proposiciones y «atribuible» de las designaciones. Las dos series se encuentran así articuladas por su diferencia y el sentido recorre toda la superficie, aunque permanezca sobre su propia línea. Sin duda, este sentido inmaterial es el resultado de cosas corporales, de sus mezclas, de sus acciones y sus pasiones. Pero el resultado es de una naturaleza completamente diferente que la causa corporal. Por ello, siempre en la superficie, el sentido como efecto remite á una casi-causa incorporal también: el sinsentido siempre móvil, expresado en las palabras esotéricas y las palabras-valija, que distribuye el sentido simultáneamente de los lados. Todo esto es la organización de superficie donde se juega la obra de Carroll como efecto de espejo. Artaud dice: no es más que superficie. La revelación que va a animar el genio de Artaud, cualquier esquizofrénico la conoce, y la vive también a su manera: para él, no hay, ya no hay superficie. ¿Cómo no había de parecerle Carroll una niña amanerada, al abrigo de todos los problemas del fondo? La primera evidencia esquizofrénica es que la superficie ha reventado. Ya no hay frontera entre las cosas y las proposiciones, precisamente porque ya no hay superficie de los cuerpos. El primer aspecto del cuerpo esquizofrénico es como una especie de cuerpo-colador: Freud subrayaba esta aptitud del esquizofrénico para captar la superficie y la piel como horadada por una infinidad de pequeños agujeros. La consecuencia es que el cuerpo entero ya no es sino profundidad, y atrapa, y arrastra todas las cosas a esa profundidad abierta que representa una involución fundamental. Todo es cuerpo y corporal. Todo es mezcla de cuerpos y en el cuerpo, encajadura, penetración.”

Lógica del sentido “Gille Deleuze”

La superficie es donde se acumula toda la tensión, así como cuando un globo se llena de aire y amenaza con estallarse, los cuerpos estiran la piel, la dilatan, pretenden salir de esa cápsula que los contiene, por eso, a su vez el cuerpo está inmerso en el vacío generando una tensión extra, no hay otros objetos o cuerpos que puedan alterar la percepción del cuerpo enfermo inmerso.

Hablar de esquizofrenia también es hablar de estadios, de diferentes etapas de relación entre los egos contenidos, de momentos de furia y violencia que luego se transforman en momentos de profunda introspección y meditación, de pasividad, para luego estallar en auto-flagelos o incertidumbres, todo esto generalmente en una profunda soledad del cuerpo contenedor, de la membrana, de la superficie, de la máscara. Es hablar de continentes y contenidos, es hablar de fluctuar de mareas que delimitan esas grandes masas oceánicas de la mente y del espíritu, es hablar de frecuencias, es hablar de encapsular o fotografiar el momento preciso del maremoto, o el momento preciso en el que se fragmenta la panacea, hablar de esquizofrenia es hablar de mundo, es entablar un diálogo con el universo y su origen, el momento en el que emerge del vacío. La ambigüedad, la huida, la búsqueda incesante y la falta de satisfacción del deseo caracterizan al cuerpo superficial, cada poro explota en un rítmico protestar por pertenecer a una piel inconclusa, a un conjunto de impulsos contradictorios que emergen en acciones y represiones constantes de la energía vital. El silencio se diluye en un vaivén de sentimientos que abruptamente irrumpen en la psique afectada e impiden el añorado vacío necesario para la unificación. Un abismo sin fondo que se empeña en asimilar materia ajena a su vacuidad, luchando contra su propia naturaleza, y que inevitablemente terminará por devenir otra esencia. 

Ricardo Gabelo
Medellín 2011

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